La noche de San Juan

June 26, 2014 by pacrima 2 Comments

Eran las 23.00 p.m. Mis amigos estaban ultimando los motivos de la hoguera. Yo estaba sentada en un tronco, mirando el mar al fondo.  Corría un poco de aire. El pelo se ponía en mi cara pero no me molestaba. Mis amigos insistían en que les ayudara que me lo pasaría bien. Pero yo no estaba de humor. Tampoco lo había estado por los últimos seis meses. ¿Por qué ahora?

Idas y venidas de más miembros de la pandilla. Muchísima gente a mi alrededor. Muchas risas. Aún me preguntaba por qué me había dejado convencer por mi mejor amiga. Sus palabras fueron las siguientes “venga, sólo será un rato”. Yo sabía que no sería solo un rato. Nos conocemos desde hace más de quince años. Pero al final, me dejé convencer. Es difícil decirle a ella que no. De todos modos, aunque se lo hubiese dicho, no habría cambiado nada. Aun así se lo agradezco. Bueno, le agradezco estos últimos meses. Si no hubiese sido por su insistencia quizás estaría viendo un triste programa en la televisión. 

Yo no era tan aburrida, de verdad. Solía ser la primera en idear un plan. Además, las hogueras de San Juan siempre habían tenido un significado para mí. Desde que cumplí los dieciséis, no solía faltar a esta cita. Aunque quizás es por ello por lo que ahora me cuesta más trabajo volver. Fue entonces cuando conocí a David, con quien estuve saliendo durante siete años. Pero como es de suponer, ahora no estaba a mi lado. Las cosas habían cambiado y los recuerdos invadían la playa. Él me había dejado sin razón alguna, algo que nunca he llegado a comprender y me estaba consumiendo por dentro.

Todos a mi alrededor se dispusieron a saltar las hogueras. Esta vez no hice el esfuerzo para levantarme. No iba a saltar. Me quedé sentada viendo lo bien que lo pasaban mis amigos. De todos modos, me alegraba por ellos. Parecían felices. Mientras me encontraba ensimismada en mis pensamientos mi amiga me tiró del brazo. ” No, no voy a saltar”. “Lo sé, ¿lo has traído?”. Le miré a los ojos y afirmé. Entonces me levanté y me dispuse a andar. “¿Quieres que vaya contigo?” No era necesario. Le dije que se quedase con el resto. Anduve lentamente hacia la orilla. Encontré un hueco donde podía pasar sin tropezar con alguien. Metí una mano en el bolsillo de mi camisa y saqué una notita.  Me dispuse a leerla de nuevo pero me arrepentí. Ya la había leído repetidas veces y me sabía cada palabra de memoria. 

En San Juan se suelen pedir deseos. Los escribes en un papel, los quemas, lo tiras al mar. Otras personas escriben lo mal que les ha ido el año o los últimos años y los quema, deseando que todo quede en el pasado. Cada cual hace de esta tradición lo que quiere. Yo nunca he sido una chica de tradiciones.  Pero la noche de San Juan era la noche de San Juan y esta vez tenía muchas cosas que escribir, que dejar pasar, que olvidar. 

Doblé aún más la nota y me dispuse a tirarla. “No pareces estar preparada para hacer eso”. Un chico se había acercado a mí. Yo estaba tan inmersa en mi mundo que no había escuchado sus pasos.  “No me conoces, no tienes ni idea de nada”. Le respondí bruscamente. ¿Quién se creía que era? Un desconocido se acerca a mí y me juzga. Me dice que no estoy preparada, ¿que no estoy preparada para qué? “Dame ese vaso”. Miro mi otra mano y estaba agarrando un cubata. Quizás había bebido demasiado. Todo estaba oscuro, a lo lejos podía ver los restos de las llamas, pero aquí, apenas se podía ver nada. Además, sin darme cuenta, me había ido adentrando al mar. Él parecía serio, sus ojos se fijaban en mí. No me iba a dejar zambullirme. En solo unos segundos me di cuenta de ello. Aun así, quise ponerle a prueba. Hice el amago de tirarme y entonces él corrió hacia mí y me sujetó. “No eres mi padre”. “Precisamente no es eso lo que pretendo”. Después de esas palabras David me besó. Así fue como empezó nuestra historia de amor. 

Miré de nuevo mi nota. Todos mis recuerdos estaban ahí escritos. Todos. Pero esta vez sí estaba preparada.

Por Cris ^^