pacrima

Un lugar donde pensar entre palabras…

Por Cris Reyes

El valor de los objetos escondidos

4 Comments

El valor de las cosas. ¿Quién no tiene en su dormitorio una caja de recuerdos?¿ Una notita de aquel chico que te gustó en primero de primaria? ¿Un trozo de papel roto, arrugado pero con un valor incalculable para ti? ¿Una pieza de algo que a día de hoy no sabes lo que es? 

Por Cris ReyesDe vez en cuando me da por hacer limpieza en mi cuarto. No me tachéis de persona “poco limpia”, me refiero a limpieza de limpieza. Abrir tu armario y ver que no sólo hay ropa que te pones a diario (y ropa que no te pones, todo hay que decirlo, pero que no quieres tirar). Me refiero a cajas de zapatos que precisamente no son zapatos lo que contienen. Te sientas en la cama, es hora de recordar, de dejar volar tu imaginación, de trasladarte a años y años atrás. Quizás, y por lo que puedo ver en esa pequeña caja, me puedo trasladar a los años de primaria en el Colegio Público las Albinas. ¡Qué años! ¡Qué recuerdos! Y hoy, me acuerdo aún más de aquellos años pues en los últimos días me he encontrado con dos antiguas profesoras que me recuerdan. Recuerdan lo tímida que era en las clases pero a la vez el corazón que tenía. No lo digo yo. 

Entonces abro el “baúl de los recuerdos”. Se desata mi imaginación. Aquellas carreras en el patio, aquellas pistas de fútbol y baloncesto, las canicas, burrito. ¡Qué distintos eran los recreos antes! Pero entonces me detengo y leo algunas cartas. 14 de febrero, ¡qué día tan importante! Lo recuerdo perfectamente, nos escribíamos cartas de amistad entre los amigos con cartulinas de colores, nos empeñábamos en hacerlo l2014-06-20 17.44.27o mejor posible, incluso a veces, se recortaba en forma de corazón. En realidad enviar una carta a todos los amigos era la excusa, realmente tú querías que el chico guapo, que también era tu amigo, la leyese. Después todos poníamos las cartas en común, “¿cuántas has recibido tú?” “¡Jo! A mí fulanito no me ha escrito pero sí lo ha hecho él. ¿Puedes leer la carta que me ha mandado X?”. Le pregunto a mi amiga. “¿Crees que va con otras intenciones?” “Cris, es como la que me ha escrito a mí…”.  Pero nos lo pasábamos bien, tratábamos de ver lo que no había. Éramos pequeños, inocentes tal vez. 

Entonces sigo pasando las cartas de mi caja. Sexto de primaria. Primera gran despedida. ¡Qué dramáticos éramos! (En realidad lo seguimos siendo). Hacíamos que casi toda la clase firmase folios en blanco o nuestras típicas agendas que nos regalaban (si aún nos quedaba espacio a final de curso).  Primer gran cambio. Pasábamos del colegio al instituto. Nos daba miedo. Algunos amigos tomaron otro rumbo, alguno cambió de ciudad otro de instituto. A partir de entonces, la relación con ellos cambiaría. Y mucho. Pero el resto, seguíamos en el mismo barco. ¡Y éramos unos cuantos!

Al escribir esto se me pasan las caritas de mis antiguos amigos por la cabeza. Pero no sus caras actuales, sino las de entonces. Caras inocentes, amistosas, diciéndonos lo mucho que nos queríamos. Éramos una piña.  

Instituto. Segunda gran etapa de nuestras vidas. Allí se conoce a más gente, quizás a amigos que después te perseguirían a lo largo de tu vida o quizás no. Muchos baches durante esta gran etapa de mi vida. Seis años dan para mucho y te hacen crecer. Bueno, te hacen pasar por distintos momentos. Vuelvo a meter mi nariz en ese baúl.

Cartas con la dirección del departamento de inglés. Ya entonces me preocupaba por querer hablar inglés. Y por supuesto, cartas de mi prima Clara. Esas han estado siempre presente hasta que Internet se interpuso en nuestras vidas y empezamos a mandarnos correos en cadenas. Tengo guardadas hasta notitas que nos escribíamos en medio de una clase aburrida. “Fishing, fishing, ¿qué hacemos luego?”. Cartas amorosas con amigas, apoyándonos porque en ciertos momentos nos sentíamos mal por una estupidez. Quizás porque el muchacho que me gustaba que estaba en segundo de bachillerato no me había saludado esa mañana. Pero ahí nos demostrábamos nuestra amistad. Ahí estábamos nosotras. Sigo pasando páginas, que desde luego, no son blancas. Hay cartas que las guardo pero que no soy capaz de leer. He empezado varias veces, lo he intentado pero lo he tenido que dejar. Hace ocho años de esas cartas. Las guardo, no sé por qué. Ya no tengo relación con la mayoría de las personas de las que sigo guardando cartas. Pero ahí están. ¿Por qué? La mayoría de ellas firmadas por quien fuera mi mejor amiga por muchísimos años. Esas las dejo bien dobladas. Prefiero pasar página.

This slideshow requires JavaScript.

Cuántos amigos van quedándose por el camino a lo largo de los años. Con muchos se deja de tener relación sin razón alguna, distintas situaciones, clases diferentes, nuevas amistades…Obviamente, no me he quedado sola en ningún momento, nuevas personas también han ido apareciendo por mi vida. Pero esas cartas me recuerdan a los primeros amigos y a los que siguieron siendo amigos en el instituto. Gran pandilla formamos. Pero como todo, tenía su fecha de caducidad. Más cartas, promesas de amigas muy cercanas diciéndome que me acompañarían al Golden Gates, San Francisco, donde me harían la foto en medio del puente. Mi sueño. ¡Cuántas personas me lo han prometido! ¡Cuántas promesas rotas!

Bachillerato puede considerarse otra etapa. Por supuesto, a nivel académico cambió bastante. Ya el “Bola” no nos decía lo que teníamos que subrayar para que posteriormente lo estudiásemos ya que sería probable que cayera en el examen. Y a nivel amistoso, hay cosas por las que merece la pena seguir recordando aquellos años pero otros momentos que son preferibles olvidar (aunque no se olvidan).  

She y CrisA mi hermana la estoy dejando de lado ya que estoy sumergida en mis años académicos pero he de decir que desde que “me di cuenta de que tenía una hermana”, siempre ha estado ahí. Y, sobre todo en bachillerato, estuvo más que nunca. Además, sigo mirando mi cajita de recuerdos y veo que también tengo notas de su parte. Algunas de broma con las que me tengo que reír un montón y otra que guardo con especial cariño. Un capítulo de LOST le inspiró. 

Aunque, si me quiero reír aún más, prefiero acudir al cajón del escritorio de mi hermana, donde están descritos muchísimos momentos de nuestras vidas.

Mientras escribía me apetecía poner nombres de todas esas personas que han ido pasando por mi vida, pero como diría un gran amigo mío, “no procede”. Hay nombres que prefiero dejarlos en esas cajas que, aunque no las quiera tirar, permanecen ahí. 

Pero los recuerdos más recientes se van anteponiendo al pasado. El pasado solo sale a relucir si a día de hoy puedes seguir compartiendo las mismas anécdotas de siempre con los que fueron “los de siempre”. A veces hasta gusta repetirlas. Pero siempre se le va dando más importancia, más valor al presente, a lo más reciente. Y esto no es algo nuevo. Me doy cuenta sin pensarlo. Me doy cuenta cuando reordeno mi cuarto y lo que quiero es poner fotos de mi pequeño, al que he estado cuidando en Irlanda. 2014-06-16 22.59.01Cuando quito fotos que en su momento tenían un gran valor pero pongo una foto con mi “hermanita” irlandesa. O cuando, al hacer esa limpieza, no me importa tirar “muchos papeles”. Van cayendo poco a poco. Las cartas de “amor” perduran. Pero ya se sabe que “un clavo saca otro clavo”. Y qué decir de mi etapa en la Universidad, otra microvida de la cual no voy a hablar pues ya lo he hecho  en multitud de ocasiones. Quizás otro día. Sigue siendo algo reciente.

En mi cuarto sigue habiendo dibujos colgados de cuando tenía 16 años. Hoy he remodelado el cuarto y creo que voy a continuar remodelando cosas.

Cada fin de etapa suponía un cambio, un dolor, un quebradero de cabeza, lágrimas, impotencia, incertidumbre… Es algo que siempre irá sucediendo. Mismas sensaciones, mismas emociones. Mismo temor, misma tristeza. Ya se sabe en qué consiste esto. 

Quizás, a día de hoy, lo que más valore no son estas pequeñas cosas. Cosas que van pasando de moda, cosas que hoy están y mañana no. Quizás, lo más importante es poder poner esas fotos en movimiento y en lugar de ver una sonrisa pegada ver y oír esas risas. Quizás no me importa quién me diera aquellos dibujos. Quizás, lo que me importa es que, a día de hoy, pueda ir a tomarme algo con esa persona y poder hablar con ella como siempre, como antes.

Por Cris ^^

4 thoughts on “El valor de los objetos escondidos

  1. Yo también tengo ese baúl de los recuerdos como lo llamas, me gusta asomarme por allí de vez en cuando, me hace rememorar vivencias pasadas. Notitas, cartas u objetos enterrados en la memoria que en algún momento tuvieron su significado. Ahora algunos, o la mayoría, no tienen sentido pero gusta recordarlo, te transporta a otro lugar, a otro tiempo, a tu infancia, te guste o no, eso es lo que has vivido.
    jajajajj ya ves, el cambio de la ESO a Bachillerato fue marcado porque el Bola no nos decía lo que teníamos que subrayar y que posteriormente caía en el examen.
    Gracias por lo que me toca y considerarme una parte importante de tus recuerdos, siempre te he apoyado y siempre lo haré, me agrada que mis escritos y mis tonterias te hagan sentir mejor, quién lo diría cuando aún no sabías ni que tenías una hermana… Debemos seguir llenando el cajón de mi escritorio con más momentos, remedio natural ante la tristeza y el pesimismo. 🙂
    Ojalá se pudieran poner muchas fotos en movimiento, pero muchas son imposible, otras no tanto, y sería más un querer que poder.

  2. Los sentimientos y las distintas etapas…Algo sobre lo que yo escribí también hace muy poco pasando por cada una de ellas. Algo que, aún hoy por hoy yo sigo sin poder asumir es que dichas etapas son precisamente eso, períodos de tiempo limitados. Continúan haciéndome daño muchos recuerdos que ya no habrían de doler. Y sigo con una ansiedad horrible cuando pienso en que, por sobre todas las cosas, POR FAVOR, no quiero que ninguna vez más las personas que hoy por hoy son MIS PERSONAS, dejen de serlo. No sé si sería capaz de soportar eso.

    Es probable que escriba con un sentimiento ente melancólico y extraño que me invade en este instante… Aunque conociéndome, no creo que sea algo pasajero. ¡Qué digo! Tú Cris y todos los que me conocéis sabéis bien como soy.

    La cuestión es que este post me ha llenado, como no podía ser de otro modo – tanto por cómo soy , como por el modo en el que escribes-, de millones de sentimientos y me ha hecho rememorar muchas circunstancias preciosas y otras que, como bien indicas, hay que dejar atrás, aunque para algunos – como yo- la huella que dejan sea tan profunda que llega a ahogar en cierta manera.

    Lo que sí es cierto, y eso lo he aprendido con el paso de los años, es que me da lo mismo si los demás me llaman ilusa a veces, pero yo no me arrepiento jamás de la lucha por aquellas personas a las que he querido y a las que quiero, Es verdad que algunas de ellas, que ya no están en mi vida, quizás no merecían todo ese esfuerzo. Y ya no se trata de que lo mereciesen o no, sino de que ese esfuerzo era en vano, pues era yo la única que luchaba. No obstante, no me importa, soy así. En toda relación las dos partes han de querer “tirar del carro”, eso es una regla de oro en la vida.

    Pues hoy por hoy siento que tengo un carro gigante del que tiramos “unos pocos” con todas nuestras fuerzas y, a su vez, tengo otros carros más pequeños de los que tiro acompañada por otra persona. Y todas y cada unas de esos compañeros de viaje me demuestran muchas ganas de llegar conmigo a cualquier lugar del mundo. Lucharé por conservar eso que hoy me llena de vida 🙂

  3. Por cierto que mi cuarto también está lleno de todos esos recuerdos, notas, cartas, dibujos, objetos… Algunos me hacen volar, pero otros lo único que consiguen es que ciertas heridas vuelvan a abrirse, recordando cómo escocían en el mismo momento que aparecieron en mi interior… Esas heridas del alma…

  4. Todos o casi todos, tenemos esas cajas por ahí guardadas llena de fotos, cartas, y como bien dices cualquier trozo de papel que guarde un instante en las palabras que están escritas. Muchos de esos recuerdos son felices, otros dolorosos y otros son ahora una mezcla entre los dos, una melancolía al recordar lo feliz que eras en ese momento.
    Cuánto mayor eres ese número de cartas y recuerdos que almacenas se va haciendo menor, parece que el hacerse mayor lleva implícito el hecho de que ya los papeles no están para escribirle a alguien e Internet ha hecho mucho daño a esta forma de expresión, ahora se tira mas del blog, chat, … pero he de confesar que por mí parte aún prefiero el antiguo método, a lo mejor mas engorroso, pero, en mi opinión, mas auténtico.
    Recuerdos guardados en un trozo de papel, a veces tan poderosos que parece que aún puedas saborearlos en el paladar de la memoria… pero al fin y al cabo recuerdos…

Leave a comment